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VALENCIA. El Palacio de Congresos de Valencia es un éxito. Tanto que le sale el dinero por las orejas. Eso es lo que intenta hacernos creer el Ayuntamiento de Valencia que insiste en que en sus años de funcionamiento no ha necesitado ni un céntimo para vivir. Con la excepción, quizá, de ese milloncejo de nada que este mismo lunes PP y PSOE decidieron darle para pagar algunas pérdidas que, mire usted por dónde, no sabemos de dónde han salido. 

Pero si el propio Palacio de Congresos es un pozo de incógnitas aún lo son más las cifras que baraja el propio consejo de administración -controlado por el Ayuntamiento que preside Rita Barberá- para justificar unos cosas y las contrarias.

Hace un año aproximadamente el Palacio de Congresos de Valencia estaba tan a tope de actividad que era necesario hacer una ampliación. Y no una cualquiera: había prácticamente que duplicar su capacidad. El éxito del recinto que diseñó en su día Norman Foster era tal que era necesaria esa ampliación.

Sin embargo no se sabe qué ha pasado en los últimos doce meses para que ya no solo no sea imprescindible duplicar la capacidad del Palacio de Congresos sino que además tiene mucho margen de crecimiento. Tanto que la previsión es que este mismo año aumente su actividad un 40%. Lo dijo el vicealcalde de Valencia Alfonso Grau

¡Un 40% nada más y nada menos! Es decir, que, estimando que no se llenará del todo, sino hubiera presumido de ello el vicealcalde, cabe concluir que el Palacio de Congresos debe tener una ocupación discreta. 

Pero aquí da igual ocho que 80. Igual el Palacio de Congresos genera centenares de millones de euros y gana mucho como hay que inyectarle fondos para que no quiebre. Y todo parapetado en un consorcio-empresa pública-Dios sabe qué de la que resulta cada vez más difícil saber cosas. Al fin y al cabo para eso se crean.