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LA PANTALLA GLOBAL

Chema García Ibarra: un ilicitano en Sundance

EDUARDO GUILLOT. 07/01/2014 Chema García Ibarra compite por tercera vez en el festival americano, que arranca el 16 de enero. Presenta "Misterio", un cortometraje que también fue nominado a los Premios del Cine Europeo

VALENCIA. El de Sundance es el festival más madrugador del año, y levanta el telón el próximo 16 de enero para celebrar su trigésimo aniversario. Nacido en 1980, en Park City (Utah), como Instituto de Cinematografía bajo el mecenazgo del actor Robert Redford, inició su andadura como festival en 1983, y a día de hoy se ha convertido en la mayor ventana promocional para el cine independiente americano, aunque a lo largo de los treinta años transcurridos su fisonomía haya cambiado de manera considerable.

En su origen, Sundance sirvió para dar a conocer al gran público una serie de directores (los hermanos Coen, Steven Soderbergh, Kevin Smith) y movimientos (el new queer cinema, el documentalismo performativo y de creación, el nuevo cine afroamericano) que no disponían de acceso normalizado a las pantallas estadounidenses. Fue un festival decisivo para oficializar un concepto de cine independiente americano que pronto sería rentabilizado por productores como los hermanos Weinstein, y que en la actualidad ha derivado en modelos argumentales y narrativos mainstream, que no obstante se venden al mundo como el epítome del cine alternativo. Little Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006) o Juno (Jason Reitman, 2007) son buenos ejemplos.

 Fotograma de 'Uranes'

Libros como Spike Mike Slackers & Dykes (John Pierson, 1995) o Sexo, mentiras y Hollywood, de Peter Biskind (traducido al castellano en 2006), han analizado el proceso de conversión del cine indie estadounidense en un lucrativo nicho de mercado a nivel global, con Sundance como principal impulsor del proceso. De hecho, ante la creciente avalancha de cine internacional que llega al festival desde finales de los noventa, en 2005 el certamen estableció una serie paralela de premios en una nueva categoría denominada World Cinema, donde va a parar la producción del resto del mundo, para garantizar que las películas norteamericanas siempre obtengan galardones que contribuyan a su proyección comercial. Un gueto que recuerda al de los Grammy Latinos. 

DE ELCHE A PARK CITY

La presencia española nunca ha sido especialmente significativa en Sundance (hace mucho que no lo es en casi ningún festival importante), con alguna excepción sonada como la de Rodrigo Cortés, que despegó a nivel internacional gracias al éxito de Buried (2010), una cinta en inglés y protagonizada por Ryan Reynolds, claro ejemplo de "cine anómino" que permitió al cineasta rodar después Luces rojas (Red Lights, 2012), con Robert De Niro y dentro de la industria americana.

Situado en el extremo opuesto del escalafón cinematográfico, este año Chema García Ibarra viaja de nuevo a Park City, donde compite por tercera vez con el cortometraje Misterio. Un auténtico hito que, sin embargo, no ha tenido reflejo en los grandes medios, porque vuelve a participar en una categoría teóricamente menor.

El corto llega a Sundance con suficientes avales: Se estrenó de manera oficial en la sección a concurso del pasado Festival de Berlín, donde ganó una nominación a los Premios del Cine Europeo, y a lo largo de 2013 ha ido recogiendo galardones en diferentes certámenes nacionales e internacionales.

Para García Ibarra no es algo nuevo. Su trayectoria como cortometrajista, indisolublemente ligada a Leonor Díaz, su diseñadora de producción y directora de arte (además de compañera sentimental), está salpicada de premios desde que, tras algunos ensayos domésticos, se lanzó al ruedo festivalero con El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), un trabajo rodado en video y en blanco y negro, protagonizado por algunos familiares y con aire de home movie bizarra. Menos de siete minutos en los que ponía de manifiesto su enorme talento y su desbordante capacidad imaginativa para articular una historia en la que elementos propios de la ciencia ficción alteraban la realidad cotidiana de los personajes protagonistas.

Un cortometraje low cost que acumuló tal cantidad de distinciones que permitió a García Ibarra hacer un transfer a 35 milímetros y acceder a festivales de mayor envergadura, donde cosechó el mismo éxito. Entre los resultados más llamativos que obtuvo se cuentan su inclusión en la prestigiosa Quincena de los Realizadores de Cannes, el premio Méliès de Oro al mejor corto europeo de género fantástico, otorgado en el Festival de Sitges, y su primera mención especial en Sundance.

La segunda se la reportaría Protopartículas (2009), que volvió a arrasar en todo el mundo y confirmó que el director de Elche tenía un mundo interior propio, personal e intransferible, que se alimentaba tanto de bolsilibros baratos de temática futurista como de referentes cinematográficos autorales (Roy Andersson, Aki Kaurismäki o Ulrich Seidl).

Con Misterio ha dado un paso más, utilizando por primera vez el color, aunque en esencia mantiene las constantes de sus anteriores trabajos. Con él se irán Chema y Leo a buscar su tercer reconomiento en Estados Unidos, mientras en España se puede disfrutar ya de su primer largometraje, Uranes, realizado este mismo año y disponible online.

La película forma parte de la segunda tanda de títulos englobados en la iniciativa #littlesecretfilm, un modelo de producción basado en un decálogo que "limita las condiciones de rodaje y distribución, animando a todos los realizadores del mundo a sumarse a un ejercicio de riesgo cinematográfico extremo". La primera remesa de películas, realizada de manera totalmente independiente, incluyó títulos de Pablo Maqueda y Haizea G. Viana (impulsores del proyecto), el crítico Jordi Costa o la productora Elena Manrique, entre otros, mientras que la segunda ha estado patrocinada por el canal temático Calle 13, que ha proporcionado dos mil euros a cada director para realizar la película. En este caso, se trata de trece trabajos, rodados en un margen de trece horas, que aún se están dando a conocer. Entre los participantes, hay algunos que repiten y otros que se estrenan, como el mismo García Ibarra o varios cineastas relacionados con el cómic (Borja Crespo, Manuel Bartual).

EL "OTRO" CINE ESPAÑOL

La propia naturaleza restrictiva del proyecto condiciona sus resultados, en su mayoría anecdóticos y producto de sus limitaciones (entre los de Calle 13, uno debió remontarse hasta alcanzar la hora de duración cuando solo disponía de material para veinte minutos, mientras que otro presenta problemas para ser emitido por el canal televisivo debido a que secciona la pantalla en nueve partes). El reto ha servido, y no es poco, para que García Ibarra demuestre lo que es capaz de hacer en un formato más largo. Con una economía de medios asombrosa, un ingenioso guión, una planificación magistral, un puñado de actores no profesionales (de nuevo, familiares y amigos) y unas cuantas fotografías antiguas, logra construir una ficción compleja e inquietante, que convierte a Uranes en el mejor producto surgido de #littlesecretfilm, un proyecto que ha logrado llamar la atención de público y medios apelando a un modo de enfrentar la producción cinematográfica en España al margen de los canales habituales de la industria, que encuentra otros ejemplos entre francotiradores del bajo presupuesto y que ya ha dado lugar a una corriente que algunos han denominado "el otro cine español", y que tendría su máxima expresión en la enorme relevancia alcanzada por la película Gente en sitios (2013) (Link: http://www.youtube.com/watch?v=i4X8riunDac), elegida desde numerosos sectores entre lo mejor de la producción estatal del año y culminación de un proceso de trabajo alternativo que su director, Juan Cavestany, inició con Dispongo de barcos (2010) y el mediometraje El señor (2012).

Fotograma de 'Misterio'

Teóricamente, estaríamos ante una corriente que antepone la creatividad a la falta de medios y plantea la posibilidad de un cine despojado de las ataduras que imponen los sistemas de producción convencionales. Una idea interesante sobre el papel, pero que plantea algunas dudas. Porque no conviene olvidar que el cine es arte, pero también industria, y que trabajar con presupuesto cero niega la posibilidad de mantenimiento de un entramado profesional en el que técnicos, actores y demás implicados en el proceso necesitan cobrar por su trabajo para sobrevivir. Echar mano de los colegas puede funcionar de manera eventual, pero difícilmente convertirse en norma.

Tampoco parece que el estreno comercial y consiguiente éxito de Gente en sitios, más allá de sus cualidades cinematográficas, pueda tomarse como ejemplo de la visibilidad de ese "otro cine", teniendo en cuenta que está dirigida por un personaje que forma parte de la gran industria (Cavestany debutó en 2004 con El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo), interpretada por un elenco de amigos famosos (Ernesto Alterio, Carlos Areces, Maribel Verdú, Santiago Segura) y coproducida por Enrique López Lavigne (Tres bodas de más y Lo imposible, entre otras). El underground, desde luego, es otra cosa.

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