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VALENCIA. Acaba el primer ejercicio natural de CulturArts, el conglomerado que agrupa desde este 2013 a los institutos de la Conselleria de Cultura bajo una única dirección, la de Manuel Tomás. El hombre de total confianza de la consellera del ramo, María José Catalá, ha conseguido adelgazar en los costes de la nueva y única estructura; su principal y primer objetivo y, consecuencias a un lado, que puede darse por conseguido.

La tarea de construir "un sector público cultural saneado y eficaz" no era sencilla, pero el ex subdirector de Innovación y Calidad Educativa ha aunado en cuatro subdirecciones a Teatres de la Generalitat, el Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals, el Institut Valencià de Música y el Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía. Eso sí, Inmaculada Gil-Lázaro, Carmen Pérez, Inmaculada Tomás y Nuria Cidoncha, han mantenido respectivamente su posición al frente de Teatres, Ivacor, IVM e IVAC. 

EL INICIO DE CULTURARTS, MARCADO POR EL ERE

Pese a que la cifra incial que se había proyectado era de 120 despidos, el azote del ERE será recordado como el protagonista del primer ejercicio de CulturArts: 56 personas -26 de ellas de forma voluntaria- han dejado de formar parte de los diferentes órganos de trabajo que componen el holding público. El recorte, calificado de "doloroso" por parte de los responsables del organismo, se llevó a cabo en el verano de 2013, con una cifra de salidas mucho más baja que la propuesta.

En el caso de este expediente, la asamblea de trabajadores refrendó, por el 76 % de los votos, el preacuerdo pactado entre las secciones sindicales y el comité de empresa sobre esa reducción de los despidos, tras lo que se constituyó una comisión de seguimiento entre la empresa y los tres sindicatos representados en el ente (CCOO, CSIF y UGT). Ambas partes, dado el 'acuerdo', se mostraron esperanzadas con que el reajuste supusiera un relanzamiento de la actividad cultural en la Comunitat.

El sector público se ajustaba así al contexto de recortes en el resto de empresas públicas dependientes de la Generalitat. Además, la redimensión del personal en el caso de CulturArts apostó por una reducción de puestos considerados como altos cargos y la caída en las retribuciones de sus directivos en un 'movimiento' que ha reducido, según la administración, en medio millón de euros el coste del buque insignia de la inversión pública autonómica. 

UN AÑO NEGRO PARA LOS ENTES 'OUTSIDERS'

De la citada suma de entes que componen CulturArts, dos de ellos consiguieron quedarse fuera del conglomerado. El primero fue el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), cuya habitual forma jurídica no debía alterarse -según las partes- para no poner en peligro la propiedad de las donaciones que los artistas y entidades privadas han realizado durante sus 25 años de existencia.

Gracias a esta realidad, el IVAM pareció salvarse del ERE durante algunos meses para, finalmente y tal y como avanzó ValenciaPlaza.com el pasado mes de octubre, acabar asumiendo la salida de nueve trabajadores (siete amortizaciones y dos despidos) que han restado 312.000 euros al coste de la entidad. Un instituto que, por cierto, contará con el presupuesto más bajo en su cuarto de siglo de vida. Cuatro de esas salidas estaban 'colgando' desde 2011, por lo que tan solo cinco son reconocidas por la entidad que dirige Consuelo Císcar.

El otro ente que finalmente se quedaba fuera de esta reunión de institutos y entidades culturales es el Palau del les Arts Reina Sofía. No obstante. el recinto de la ópera valenciana ha vivido una año especialmente convulso por su cuenta, que se cierra con innumerables sombras. La primera de ellas es, posiblemente, la decisión de cerrar tres meses al año para obtener una reducción neta de costes: del 15 de junio al 15 de septiembre, el 'casco' de la Ciudad de las Artes y las Ciencias estará clausurado.

No es el único quiebro a su convulsa realidad: Helga Schmidt, la intendente de su actividad, está bajo el punto de mira y sus cuentas han pasado a estar controladas por el mismo Consell. Una vuelta de tuerca más a un edificio que ya es considerado como 'la leyenda negra de Calatrava' dentro del complejo, y cuya historia ha incluido numerosos errores en su proyecto, diseño y construcción.