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DIARIOS DE COCINA

La cocina del pecado
StreetXo, un alien gastronómico

SERGIO ADELANTADO. 14/12/2013 No se sabe si es un restaurante, un bar, una barra o un after poligonero dentro del cursi Gourmet Experience de Callao, en Madrid. Lo que sí se sabe es que es uno de los mejores lugares del mundo para comer

VALENCIA. Peregrinos de todos los lugares visitan StreetXo como los católicos viajan a Lourdes y beben su agua milagrosa. En la niña mimada de David Muñoz (con permiso de Ángela), purifican su paladar gastrónomos arrepentidos, hipster de provincias, snobs y poligoneros metidos a gourmands.

No me malinterpreten, pero en cierto modo David Muñoz es el nuevo 'mesías' de la gastronomía española, que vaga desamparada por un desierto lleno de recetas perdidas del Bulli, alimentos slowfood y Km 0, tradición, clasicismo, oligarquías y marketings agresivos.

Siento defraudarles, pero los milagros no existen, el agua moja y las mujeres tienen secretos. David no les ofrecerá ninguna teoría, ni explicación de como debe ser la gastronomía actual, y más aún, solo saciará sus pasiones más bajas, dejando para otros el intelecto y la reflexión.

Streetxo es David Muñoz. StreetXo es el cocinero cocinando y el comensal comiendo y disfrutando de todos sus sentidos. Todo lo demás es anecdótico. No importa la estruendosa música bacalaera, los cubiertos de plástico, la ausencia de platos o porque no decirlo, la pinta guarreta de varios de sus cocineros.

Me da igual cuándo abrió, cómo se llaman los que allí trabajan, qué nombre tiene ese extraño producto asiático que me vuelve loco o cómo coño se cocina la mejor caballa que he probado este año (y han sido varias, ¡la crisis!). Me he vuelto un Sergio como David, solo quiero que mis sentidos disfruten al máximo y durante el mayor tiempo posible.

Creo recordar que hace algún tiempo les hablé de sexo y gastronomía. Pues bien, si quieren experimentar orgasmos múltiples (no aptos para remilgados/as), coman en StreetXo. Puro sexo, pero sexo sin más, esporádico, sin amor, sin lencería, sin cuero, sin música, sin posturitas, sin susurros, sólo sexo.

Desde luego Diverxo y StreetXo son los restaurantes de las pasiones por excelencia. Los sentidos son los protagonistas, pero sobre todo los que durante tanto tiempo han sido considerados pecaminosos: el tacto, el gusto y el olfato. Parece que lo único que faltaría en la barra de StreetXo es un cartel en el que pusiera: "Dejen de pensar y disfruten"

Por cierto no hagan fotos, ni pregunten cómo se hace o qué ingredientes tiene cada plato, solo siéntense, pidan toda la carta (procedimiento muy recomendable) y gocen con las obras de un genio. Ellos saben lo que queremos comer y nos lo darán con agrado, mientras observan cómo disfrutamos.

David y Ángela han destruido muchos paradigmas sobre la gastronomía y sobre lo que la gente quiere comer. Cada vez van teniendo más detractores e incluso enemigos, prueba palpable de su éxito. Ellos mismos se autoinscriben en un triunvirato de poder gastronómico junto con Andoni Adúriz y Angel León. Son listos hasta para esto, aunque no sé si estoy muy de acuerdo. Ya lo discutiremos en 2014.

Solo para que se lo imaginen les contaré alguno de los platos de la carta/flyer en StreetXo. Primero un Chili Crab para entrar en calor, impresiona su preparación al wok, su picante y su dulzura. Después unas sutiles navajas abiertas al humo del omnipresente horno Josper, con crema de coco.

La mejor caballa de mi temporada, ahumada y luego cocinada sobre la llama viva, yuzo-miso y cebolla roja encurtida. Lo dicho, perfecta. Un plato que les gusta mucho a los entendidos, tuétano y cococha a la brasa, pero no debo entender mucho, pues no fue de mis preferidos. Dumplig pekinés con oreja de cerdo confitada y hoisín de fresa, esto sí que sí, Muñoz en estado puro, transgresión y sabor al máximo.

Termino con un sandwich club al estilo XO, pan chino al vapor con cerdo, ricota, huevo y toragashi. Como me dijo mi amiga Alejandra: "¡Pide tres o cuatro!". Al llegar a Valencia no me lo quitaba de la cabeza y pasé por un súper chino para intentar hacer algo parecido. Las comparaciones son simple odiosas. Les dejo la carta para que se imaginen el resto.

Creo que si hiciéramos un análisis profundo, llegaríamos a la conclusión de que no es para tanta alabanza, y no solo me refiero a las mías. Pero tengo claro que esa es la cuestión que nos plantea David con su cocina, dejar de hablar de creación, de vanguardia, de arte y de conceptos, y ponerse a cocinar y a comer. Seguro que su maestro de sombrero con ala corta, tiene mucho que ver con esto.

 

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