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ENTREVISTA CON JAIME LAMO DE ESPINOSA

Lamo de Espinosa: "Las autonomías no deben ser una réplica del Estado"

MARÍA COSTA. 18/11/2013 El exministro opina de forma tajante sobre los limites del sector público, su eficiencia obligada y el necesario replanteamiento de las competencias del sistema autonómico

VALENCIA. Ingeniero agrónomo, economista y exministro de Agricultura y Adjunto a Presidencia de Adolfo Suarez, Jaime Lamo de Espinosa y Michels de Champourcin (Madrid, 1941) forma parte del Alto Consejo Consultivo de la Comunitat Valenciana (ACC) integrado por cinco Premios Jaime I designado por el presidente de la Generalitat Alberto Fabra para elaborar una propuesta sobre un nuevo modelo de financiación autonómica.

En la actualidad, Lamo de Espinosa está reintegrado en la vida académica y en la empresa privada. Es autor de un buen número de trabajos científicos sobre política agraria y es también directivo del Club de Roma. En 1999 recibió de manos del Príncipe de Asturias el Premio Rey Jaime I de Economía, que concede la Generalitat Valenciana, por su contribución a la economía agraria.

"Para legitimar los recortes hay que empezar por recortar los gastos políticos", es una de las múltiples reflexiones de Lamo de Espinosa a lo largo de una entrevista donde insta a reducir impuestos y liberar más crédito al sector privado para generar empleo y recomienda exigir un código ético en política que nos proteja frente al político corrupto. 

-En su informe, la ACC anuncia la conveniencia de llevar a cabo más recortes, pero ¿por dónde conviene seguir recortando, por el gasto público o los gastos políticos?
-Lo hemos escrito todos varias veces antes de este Informe, primero hay que empezar por recortar los gastos políticos, eso legitima los demás recortes en el gasto público. Y eso es lo que proponemos con carácter general para todas las autonomías y para la Administración Central.

-De alguna manera al tener que ser los políticos quiénes decidan dónde recortar ¿les será más difícil tomar esta medida?
-Sí, es más difícil pero por eso mismo más necesaria.

-¿Por qué los políticos de hoy necesitan más asesores que los de antes? En teoría están más preparados.
-Lo ignoro. Yo recuerdo en la Transición a un presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, con tres asesores, no más, pero usaba a los ministros y nosotros a nuestros equipos para prepararle los informes que nos pedía. Y los ministros no teníamos más allá de dos o tres asesores por ministerio. Habiendo en España los magníficos cuerpos de funcionarios que existen no hay necesidad alguna de contratar a asesores salvo para temas muy puntuales y por el tiempo que sea necesario. Lo esencial hay que encargarlo a los funcionarios.

-Usted vivió el proceso de la Transición, así como la configuración del Estado de las autonomías. ¿Cree que se hizo bien? ¿Está ahora en revisión ese modelo? ¿Qué y quiénes han fallado?
-Se hizo bien. Se ha desarrollado mal. Pero ello no conduce a cuestionar las autonomías sino su sistema de financiación -sobre todo el Sistema de 2009, que fue oscuro y negociado bilateralmente- y las duplicaciones innecesarias que ha generado el sistema. Una autonomía no puede, no debe ser la réplica del Estado. Eso solo genera ineficiencias y costes redundantes. No es así ni en EE UU ni en Alemania con sus estados federales y sus länders. Tampoco en Canadá.

-¿Qué medidas habría que tomar para crear empleo y que fluyera el crédito? ¿Un pacto de gobierno y oposición?
-Sería muy positivo. Los Pactos de la Moncloa fueron eso y tuvieron un efecto balsámico. Todos los partidos fuimos capaces de lograrlo, hubo una gran generosidad por parte de todos. Se antepuso España a los intereses partidarios. Respecto al momento presente, a mi juicio, hay que reducir el tamaño del Estado, el porcentaje del gasto público sobre el PIB, para evitar el efecto crowding out y así generar menos déficit, menos deuda, hay que reducir impuestos ya, y liberar más crédito al sector privado para que éste cree empleo. No olvidemos que el miércoles pasado la CE nos llamó la atención sobre el fuerte ritmo de crecimiento de nuestra deuda. Hay que recortar gasto ya, todos los yacimientos de gasto improductivo que son muchos. En toda España.

-¿Cree que los cinco economistas que han elaborado el informe sobre financiación para el presidente de la Generalitat tienen una visión del Estado muy centralista?
-En absoluto. Ninguno. Todos somos constitucionalistas y algunos, como Tamames y yo estábamos en el Congreso y votamos en favor de la Constitución y la LOFCA. Lo que si tenemos es una visión de que el Estado no puede abarcarlo todo y menos aún en crisis. La economía no es hoy, en crisis, como era en la etapa del boom. Hay que hacer más o iguales cosas pero con menos recursos, ser más eficientes.

-¿Es necesaria esa recentralización? ¿Por qué? El gobierno autonómico ha dicho que no ve muy posible devolver competencias, ¿mal empezamos?
-Tampoco nosotros decimos que haya que devolver competencias. Decimos que si no se resuelve de forma satisfactoria la financiación con el nuevo sistema de 2014, la situación puede ser insostenible porque seguirá creciendo el déficit y la deuda y entonces, solo entonces, tal vez haya que plantearse devolver competencias. Entre otras cosas para evidenciar lo que ocurre.

-¿Cree que el modelo de financiación autonómica debe llevar aparejado un modelo de Estado?
-Claro, pero a la inversa. Un modelo de Estado requiere, exige, determina, un sistema de financiación autonómica que no debe improvisarse cada cinco años. Se avanza mediante el sistema de prueba y error. Pienso que ya hemos experimentado bastante y hemos visto muchos errores. Y hay muchos modelos de donde copiar con éxito. El sistema alemán para la ecualización, el finlandés para la enseñanza primaria, el americano para la universitaria, etc. Miremos a los que son los mejores en cada tema y aprendamos de ellos.

-¿Está de acuerdo con que sus propuestas chocan con otra línea sociopolítica que apuesta por profundizar en el federalismo? ¿Cuál cree que vencerá?
-No tanto. España es ya casi un estado federal. Hoy las autonomías tienen más competencias que los länders. Pero el federalismo no está, como tal, en la Constitución. Habría que cambiarla, definir los lánders, sus competencias, menores, tasar las mismas de modo que no se puedan ampliar sin límite, eliminar duplicidades, unificar el mercado interior, reglar su financiación, etc. Parte de eso es lo que proponemos en materia de financiación. Respecto al resto mucho me temo que la sociedad no esté dispuesta a llegar tan lejos como le proponen algunos de sus políticos, no todos. Y en todo caso ése es un debate abierto y de largo desarrollo.

-¿Cree que los valencianos entienden y quieren el autogobierno o por el contrario piensa que en estos 30 años no se ha conseguido consolidar?
-Si nos referimos a autogobierno autonómico no creo que haya duda. Los valencianos y los castellanos y los aragoneses quieren, queremos la parte de autogobierno que nos toca constitucionalmente. Lo que no quieren los valencianos ni ninguno es que ese autogobierno cueste en forma de impuestos directos o indirectos más que en otros países con estructuras similares. Al final es un problema de coste. Algo que en EE UU es una cuestión muy sensible para los ciudadanos y aquí todavía poco. Pero la crisis está haciendo que la gente se pregunte cada vez más sobre en qué y cómo gastan sus impuestos los gobernantes locales, autonómicos o nacionales. Y los quieren austeros y racionales.

-Después de 30 años de autogobierno ¿ve al Consell preparado para limitar su acción a una mera prestación de servicios básicos?
-No, ni nadie quiere eso. Nosotros decimos que los servicios básicos -educación, sanidad y servicios sociales- deben ser financiados a competencias homogéneas en una cuantía sensiblemente igual por habitante en todos los territorios para que la igualdad entre ciudadanos quede asegurada. Tras eso, si el gobierno autonómico quiere y puede ir más lejos en otros temas debe hacerlo. Pero es preciso antes haber asegurado el paquete esencial y respecto a lo adicional que estén dispuesto a financiarlo los ciudadanos, a pagar los impuestos que financien esos gastos...

-En el estudio sobre las causas de la situación actual de la Comunitat Valenciana ustedes comparten con el resto de estudios un problema endémico de financiación. ¿Hay alguna responsabilidad en la gestión de los distintos gobiernos autonómicos en la abultada deuda?
-No lo creo, es fruto de los sistemas de financiación, y a veces de imponer su aceptación bajo la coacción de que de no aceptarse la situación previa es peor, o negociar con nocturnidad y bilateralmente lo que debe ser negociado multilateralmente y con transparencia total. No, no hay que llorar sobre la leche derramada, hay que mirar hacia delante y tratar de solucionar los problemas en el nuevo sistema.

-¿Cuál de sus propuestas ataja de frente la corrupción?
-La corrupción, allí donde exista, no es tema de este informe sino de los tribunales cuando se detecta y de un control exigente vía gobiernos e interventores muy exigente y eficientes en el gasto público.

 

-¿La reducción de la Administración pública empieza por las autonomías? ¿y sigue?
-Empieza y sigue por todas partes. Todas las empresas y familias han hecho ajustes en estos tiempos de crisis, desde 2008 hasta ahora. Las administraciones públicas deben hacer ese mismo ejercicio de adelgazamiento como los demás. ¿Que es doloroso? Sin duda, también lo está siendo para familias y empresas. El Estado en su conjunto no puede ser una excepción. Y debe hacerse cuanto antes.

-¿La propuesta de que el Gobierno central asuma toda la deuda acumulada por las autonomías durante estos años es viable ante un gobierno que sigue debiendo tanto dinero a las autonomías?
-No sabemos si será viable. Lo que nosotros proponemos es que el sistema Hamilton se estudie por la AGE, se reflexione y damos razones sólidas en el último capítulo del libro, para su eventual adopción. Y será sin duda difícil que se acepte. Pero si solo se propone lo fácil, Edmund Hillary nunca habría coronado el Everest...

-Ustedes proponen en su informe la supresión de las TV autonómicas, como ha ocurrido con TVV y estamos de acuerdo en que su situación era insostenible económicamente. ¿Pero hay que castigar a la sociedad valenciana por el 'pecado de mala' gestión de sus gobernantes, sin que estos -además- asuman responsabilidad alguna?
-Nosotros no hemos hablado de la TVV, hemos formulado una reflexión para todas las CCAA y para todas las televisiones. Hay que racionalizarlas, llevarlas a un grado de eficiencia alto, a que sobrevivan sin subvenciones, etc. y si no se puede, cada autonomía debe decidir qué hace. Si ha habido o no mala gestión no es nuestro tema.

-¿Opina que los valencianos mantienen su sentimiento autonómico y regionalista, o estos más bien son romanticismos de tiempos pasados enterrados bajo los nuevos usos y costumbres de la sociedad moderna?
-Opino que hay una buena parte de la sociedad valenciana que es claramente autonomista, otra es más regionalista que autonomista y otra que tal vez no acaba de ver sus ventajas. Eso pasa también en otras autonomías, no solo en la Comunidad Valenciana. Y en tal sentido los localismos y las señas de identidad no deber ser ocultados, pero deben insertarse en la España común y en un mundo globalizado.

-Usted vivió la primera línea política de la transición. Tiempos duros y apasionantes. Actualmente estamos inmersos en una crisis política social sin precedentes. ¿Esto se veía venir? ¿La corrupción y la falta de credibilidad en los políticos es una consecuencia de la madurez de las democracias? ¿O de qué?
-Yo hace más de un año di una conferencia en El Escorial bajo el título de "¿Estado de crisis o crisis de Estado?". Pensaba que la crisis económica había evidenciado el exceso de gasto de las administraciones públicas, del alto coste político de nuestro Estado, y que había que hacer un alto y reflexionar sobre el modelo y hasta donde había llegado. Hoy creo más que nunca que la crisis nos exige racionalizar el modelo, equilibrarlo. Ya no somos aquellos ricos de los años 2004-2008. Somos los nuevos pobres, toda Europa, España con la UE, frente a los países emergentes que nos invaden con sus mercancías. Y eso exige un nuevo modelo económico, con mucha más I+D+i, y mucho menos gasto público. Y la corrupción es un drama nacional que no se ve en Alemanía, Francia o Reino Unido, allí se dimite por una tesis doctoral copiada. Hay que exigir aquí un código ético en político que nos proteja mejor a todos frente al político corrupto, que son muy pocos, pero que con su tinta manchan todo.

-¿Qué es hoy en día ser político? ¿Ve líderes?
-Ser político debería ser anteponer España al partido político al que se pertenece y volver a aquello que dice la Constitución que ningún diputado estará sometido a mandato imperativo alguno. El parlamentario debe ser libre y su inclusión en las listas electorales no debe depender de su obediencia a la cúpula sino a los electores y estas deben ser por distritos electorales para asegurar la conexión entre electores y elegidos. Esos nuevos políticos son los que me gustaría ver. Y darían origen a una nueva clase de líderes.

-Abogan por la supresión de subvenciones a sindicatos, organizaciones empresariales y ONG, la eliminación de agencias, fundaciones y empresas públicas... ¿afectan también a las subvenciones de los partidos políticos?
-Sí, afecta a todo. En Europa los sindicatos se financian solo por los trabajadores afiliados y los que no se afilian no gozan de los servicios de apoyo de tales sindicatos. Igual cabe pregonar de las patronales. Y los partidos deben ser subvencionados al mínimo o nada y entonces aceptar que sean las donaciones, eso sí nominativas, claras y registradas, las que los financien.

-¿En lugar de sueldos altamente remunerados no sería más productivo que los políticos cobrarán por objetivos sociales conseguidos?
-No es así como se funciona por el mundo. Los políticos deben cobrar lo justo. Pero gastar lo mínimo. El primer ministro danés o sueco viaja en avión de línea, en turista y con un par de asesores y otro par de escoltas, cinco personas. El viaje de Más a Israel ha sido con una comitiva de sesenta personas. No tiene sentido. Y como ese ejemplo caben miles.

-Le guxta vivir a caballo entre Madrid y Valencia.
-Sí, nací en Madrid de padre valenciano y muy valenciano. He ido y voy mucho a Requena en mi vida y soy hijo adoptivo de la ciudad. Es más, cuando me preguntan de dónde soy suelo responder que de Requena. Durante unos años fui catedrático de Economía en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Valencia.

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