X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA
ENTREVISTA

Miguel Ángel Solá: "Estrenar una obra es un esfuerzo patético"

C. A.. 13/11/2013 Protagoniza 'El veneno del teatro' en el Rialto, una pieza de Rodolf Sirera que no subía a los escenarios en Valencia desde hacía 18 años

-Llega a Valencia con una obra que se gestó en esta ciudad. ¿Espera una energía especial?
-Espero que la gente la reciba como lo que es: una obra especial, que ha trascendido en el tiempo, que ha sido estrenada en muchos países, e idiomas y que no ha dejado indiferente ni al público ni a la crítica. Valencia tiene un clásico en El veneno del teatro. Es bonito que la gente festeje a su gente; que reconozca su capacidad y premie su andadura.

-Ha recorrido Argentina, Uruguay y España con ella. ¿Cómo ha sido la recepción en cada sitio?
-Salvo algunos especímenes malintencionados (más de uno y menos de cuatro) el espectáculo (obra, actuación, dirección y arte) cosechó elogios a granel. Las salas aplaudiendo en pie nuestra labor y las opiniones de cientos de espectadores en webs y foros fueron, en su inmensa mayoría, muy alentadoras. Da pena que la crisis haya impedido mantener la obra en un teatro privado en Madrid.

-¿Cuesta mucho mantener una obra teatral de manera privada, al margen de subvenciones?
-Tanto el criminal 21% de IVA, como los inmisericordes costos de la publicidad, la imposibilidad de desgravar, y la poca difusión por 'falta de espacio' que ofrecen al buen teatro los medios de comunicación, inmersos en el fútbol, la venta de intimidades y las corrupciones políticas, hacen cada vez más patético el esfuerzo de estrenar y mantener lo estrenado durante el tiempo necesario que permita recuperar la inversión. Es verdad que no soy más que un actor, pero, la suya, es la primera entrevista que se me hace desde que comenzó la gira. Mil gracias.

-Me mostraba cierta sorpresa Rodolf Sirera por el hecho de que sea esta pieza la más intemporal de toda su obra. ¿Cuáles cree usted que son las claves que explican esa intemporalidad?
-Sirera no puede sorprenderse de su verdad escénica dado que él la propone. 'El veneno...' permite actuaciones que invitan a la pura teatralidad. El escritor nos guía hacia un pozo en el que caeremos con todos los espectadores. Hay quien se quedará agarrado al borde mismo. Pero esos son los que siempre se salvan para seguir yendo al teatro como 'plan'. 'El veneno...' es una pequeña pieza enorme llena de nervio y de trucos que incurre en el delito de espejar la peligrosidad del impune. No hay criminal sin consentimiento y hay cosas con las que no se juega. Sirera, en 'El veneno...', juega con ellas como quien silba bajito, y luego le dice que se sorprende. Modesto el hombre.

-¿Qué ha cambiado en esta historia del marqués y el actor?
-En esta puesta no hay rango nobiliario, sin embargo, desde la misma entraña de la producción se sigue promocionando, equivocadamente, la historia del marqués y el actor Gabriel de Beaumont, a quienes jamás se nombra en escena. Y, también, con muy poco tino, desvelando la entretela de este espectáculo al dejar claro que sólo hay dos personajes: el señor y el actor. Pero, bueno, nos exigen suspense a los que la hacemos. 

-¿Se puede traer a nuestro tiempo, como se ha hecho en algún montaje?
-Al canjear épocas, con error y acierto, se dejó de lado a la nobleza para que en entre guerras del siglo XX, se alargara la sombra del embrutecimiento sutil de los fascismos de nuestros días 'modernos'. En nuestra puesta, puede tratarse de un ministro, un empresario, un consejero de la banca, un torturador por encargo, un actor que rompe con las reglas del arte de actuar para convertirse en un infame asesino al servicio del placer de esa sombra, o el mismo autor, Sirera -harto de nosotros los 'intérpretes'-, al que el inconsciente le ha indicado: ¡a por ellos!, empezando por éste.

-Dado que no es un texto que permita una interpretación rutinaria, ¿cómo se enfrenta al personaje cada día?
-Como puedo. No me gusta ser un bicho de los de esa caterva. Me llenan de impotencia y angustia seres como el que represento en la obra porque maldicen a la especie, la hacen repugnante. Es espantoso constatar a diario que esos mierdas siempre ganan y que se reproducen como moscas y que terminan matándonos, pese a la obstinación humanamente sana que nos impulsa a sobrevivirlos.

-¿El teatro es un veneno? ¿Es usted adicto a él?
El teatro es el néctar de la justicia humana, y la justicia jamás puede expresarse a través del veneno. Soy adicto a las caricias, a las rascadas de espalda, a los masajes, a los besos, al sexo de mi amor, a mi pequeña hija. Y a mis hijas mayores aunque ya no las tenga conmigo más que por momentos. Y al arte de crear personajes. 

Comparte esta noticia

comentarios

Actualmente no hay comentarios para esta noticia.

Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad
publicidad