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CRÍTICA DE CINE

Vivir es fácil con los ojos cerrados: Una canción pop tocada en acústico por David Trueba

CARLOS AIMEUR. 26/10/2013 Trueba ha construido una comedia al uso, añadiéndole una chica embarazada que encarna el descubrimiento del filme, Natalia de Molina

VALENCIA. Vivir es fácil con los ojos cerrados es, según su director David Trueba, "un 'western' protagonizado por un profesor a lomos de un Seat 850, que protege a dos jóvenes huidos". Trueba se ha inspirado en un personaje real, Juan Carrión, un profesor de inglés de Cartagena que trató con John Lennon durante el rodaje en Almería del filme de Richard Lester ‘Cómo gané la guerra'. Carrión enseñaba la lengua de Shakespeare a partir de las letras de las canciones que entresacaba escuchando Radio Luxemburgo y quería conocer y conoció a Lennon para que le completara las letras. Fueron 20 minutos en apariencia nimios pero a partir de entonces The Beatles editaron todos sus discos con las letras y el resto de grupos del mundo les imitaron. O sea, que posiblemente fue uno de esos instantes de micro-historia que cambiaron muchas cosas y que tanto nos gustan a los periodistas.

Tomando como punto de partida esa anécdota, Trueba ha construido una comedia al uso, añadiéndole una chica embarazada (encarnada por el descubrimiento del filme, Natalia de Molina) y un adolescente que no sabe si quiere ser rebelde pero que se ha ido de casa (rol inspirado en el propio hermano del director) a los que se encuentra el profesor en su viaje a Almería.

Con un punto de partida muy similar al de la primera película de Robert Zemeckis, Locos por ellos (1978), unos fans, en este caso uno, quiere conocer a los Beatles, en este caso a John Lennon, Vivir es fácil con los ojos cerrados se desarrolla cómo pediría cualquier profesor de facultad de cine: trama principal, subtramas, evolución de los personajes y final rosa.

Sin grandes hallazgos ni mucha originalidad (ninguna), empleando estructuras y trucos de manual (uno de ellos imitado de ‘Salvar al soldado Ryan', sin ir más lejos), Trueba ha construido un artificio amable y agradable. Su mano artesanal, pulcra y elegante, conduce la película suavemente, aunque ninguno de los momentos claves del argumento superaría un examen de rigurosidad.

La mitad de los personajes secundarios, incluso los más emotivos, resultan sino inverosímiles sí al menos forzados. Las situaciones, muchas de ellas, bordean el ternurismo disneysiano y los antagonistas o malos, que hay dos, son puro cliché. De hecho lastran la empatía de los personajes y el espectador coherente se siente repelido por su presencia.

Aún así determinados aciertos y las a ratos convincentes interpretaciones, no sólo de los veteranos Javier Cámara y Ramón Fontseré, sino también las de los jóvenes De Molina y Francesc Colomer (el niño de ‘Pa negre', que ya no es tan niño), unido a una factura formal envidiable (con música de Pat Metheny y Charlie Haden, ahí es nada), hacen que el conjunto sea grato de ver. Planos bien seleccionados, una buena fotografía y un montaje impecable, de los que no se notan, dan a todo el paquete un aspecto impecable y hacen que Vivir es fácil con los ojos cerrados sea como una canción pop tocada en acústico. Qué bonita. Pasemos a otra cosa.

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