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Miquel Navarro: "Cada día más el arte interesa menos"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 13/11/2010 Es un escultor disciplinado y aunque no sabe cuántas obras ha realizado, solo su legado en el IVAM rebasa las 500 obras. Empezó trabajando en Manises, desde abajo, y fue compaginando nómina y sueños hasta que éstos se hicieron realidad
Miquel Navarro (Mistala, 1946) es un artista pródigo en obras, premios y presencia de su huella artística en museos y colecciones. Abordar su universo lleva su tiempo. El epicentro es la ciudad, esa en la que recrea una y otra sus obsesiones, manías y fijaciones. Es disciplinado y aunque no sabe cuántas obras ha realizado, solo su legado en el IVAM rebasa las 500 obras. Empezó trabajando en Manises, desde abajo, y fue compaginando nómina y sueños hasta que éstos se hicieron realidad. Valencia, Castellón, Bilbao, Vitoria, Madrid, Bruselas, Murcia, entre otras ciudades son ejemplos de su obra pública.


-¿Un artista de su talla se jubila?

-No, porque para mí el sentido de la vida está en mi propia obra y si me jubilara dejaría de existir. El trabajo es un estímulo. Puedo abandonar vicios, manías... pero no el trabajo.

-¿La disciplina es uno de sus fuertes?
-Sí. Hay quien piensa como Picasso que "la inspiración les llega trabajando", y otros ven en la disciplina un trastorno para la esencia pura del arte. En mi caso soy más afín a Picasso.

-Con tanta disciplina ¿cuántas obras produce al año ?
-No las tengo contabilizadas, pero siempre estoy inmerso en alguna. A veces el proceso de creación dura años, pero mientras tanto creo otras más pequeñas y en menos tiempo.

-¿Quiénes son sus clientes?
-Mi producto no es de consumo masivo. He creado un mundo propio y subjetivo del arte contemporáneo que puede o no ser entendido. Si bien mi obra pública puede ser más opinable porque está expuesta al público, la que se expone en galerías al dirigirse a personas con mayor sensibilidad por el arte y más exigente recibe otro tipo de expresión.

-¿Cree que el arte le interesa a la gente?
-Cada vez menos, es igual que los libros. La amplia variedad de soportes tecnológicos han cambiado los métodos de consumo de información, ocio...y el arte interesa menos.

-¿Cuánto de empresario hay en usted?
-Hay algo, mínimo, pero lo hay. De industrial más. Puedo producir una escultura y recurrir al diseño industrial para reproducir piezas.

-¿La creatividad sigue viva pese a la edad?
-Sí, porque sigo siendo fiel a mi mismo, a mi concepto, mi mundo, mis obsesiones... y a mí pasión por hacer las cosas. Es cierto que ahora mis pasiones son más reflexivas, y mi energía tiene límites, pero mi experiencia suple esa carencia.

-Con tanto premio en su curriculum ¿cuál le falta o le gustaría recibir?
-Para mí los premios son un estímulo y un reconocimiento, pero me encanta tener los pies en tierra por lo que no me sacan de mi mundo y mi esencia.

-¿Miquel Navarro es un genio?
-No, no me veo tan nervioso como me ven los demás. Soy una persona que duda y a veces sufro en los procesos creativos, pero no creo en los genios. Creo en las sensibilidades que son distintas.

-Cómo académico de Bellas Artes de San Fernando ¿qué le parecen las nuevas generaciones de artistas?
-Que en cualquier momento pueden surgir nuevos artistas con un vehículo de expresión que puede ser distinto a los anteriores. Lo que si ocurre es que muchos se apuntan a las modas, y en ese caso tiene que haber una gran criba para que aparezcan los buenos.

-¿Qué puede aportar usted a las nuevas generaciones?
-Ser un eslabón más de continuidad del arte. El buen receptor lo capta todo y después aprovecha lo que quiere. En la medida que el artista es buen receptor dará un producto más amplio y sólido.

-En sus obras la ciudad va siempre de la mano de la creación, ¿no le gusta el campo?
-Sí, y mis ciudades son interurbanas. Tienen un desarrollo totémico vertical y luego otro horizontal que va ocupando el territorio y que llega un momento que se convierte en campo.

-¿En qué otra ciudad le hubiera gustado vivir?
-En Valencia y concretamente en Mislata.

-Y su calle parece más la de un pueblo que la de una ciudad...
-Sí, y me encanta. Tengo todo a mano, el mercado, el barbero, el bar donde tomo el café cada día. A mi  me puede gustar mucho Nueva York, pero no vivir en ella.

-¿Conseguir ser un artista valenciano reconocido en su tierra le ha costado mucho?
-Yo siempre he tenido reconocimiento en Valencia y quizá sea cierto que salir fuera, moverme por las galerías europeas, realizar mi primera exposición en el Gugheim de Nueva York y que mi obra haya tenido mucha repercusión en los museos haya incrementado ese reconocimiento.

-En este tiempo de crisis ¿cómo anda el sector artístico?
-Como todos, afectado. En mi caso por tener más curriculum sufro menos la crisis, pero también hay.

-¿Le hubiera gustado ser arquitecto?
-Sin duda, pero ya no me quita el sueño. Eso sí, me gustaría diseñar un edificio en compañía de un arquitecto y unir la funcionalidad y el diseño en una obra de arte.

-¿Qué se sigue preguntando a estas alturas de su vida y sigue sin responderse?
-Lo de siempre, la muerte. Todo hombre se pregunta siempre aunque sea de manera inconsciente ¿por qué nací? y ¿por qué voy a morir? Unos se calman con la religión y otros seguimos dudando.

-¿En qué sigue creyendo?
-En las personas, en el afecto y el cariño. Sé qué existe el lado oscuro, pero me interesa más el otro.

-¿Su vida ha sido tan intensa como su obra?
-Sí, y hora estoy a régimen.

-¿De vida?
-No. (risas)

-¿La inspiración le ha llegado por la calle o por la avenida que lleva su nombre?
-No, ¡es que no se me ocurre esas cosas!

-Es un acumulador de calles, ¿qué le parece tener tantas?
-Muchas lápidas. Los reconocimientos son estímulos, pero no paran ni cambian mi vida.

-¿Ha propuesto que cambien el Toro de Osborne por la Pantera Rosa o el Parotet como souvenir of Valencia?
-(Sorpresa y risas) Pues no se me había ocurrido. Mi obra es popular, pero a nadie se le había ocurrido hacer una tarjeta postal. No soy Calatrava. Lo mío es más íntimo.

-¿Cómo es Miquel Navarro en su tiempo libre?
-Cada día me gusta más estar en casa. Me gusta pasear por estas calles, voy al cine, leo, no sé si volveré a coger la bici, fui de los primeros que la usé en Valencia hace cincuenta años...

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