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VALENCIA. Y para rematar la jugada en día tan sabroso de acontecimientos como el de este martes, un pavoroso incendio en una fábrica de papel de la Fuente del Jarro hizo que algunos alarmistas confundieran su posición con el recinto de la Feria de Valencia. Seguramente es imposible que esa mole de hormigón armado arda por sus cuatro costados, pero resulta un delirio imaginar a Alberto Catalá cual despótico Nerón de la vida y la historia rasgando la lira mientras culpa a los 'cristianos' de la destrucción de su feria, ese megacontenedor que de pronto se nos ha quedado grande, o mas bien gigante y con el que casi nadie sabe qué hacer y mucho menos cómo hacer frente a la enorme deuda generada por su construcción en los años del oro.

(Nada que ver con esos otros 'cristianos' que, dicen en Madrid, han pretendido remover de su puesto a uno de los suyos, al presidente del puerto, Rafael Aznar, para reubicar a un insigne expresidente. Sí, a ése. Seguramente un rumor sin fundamento. Sin comentarios).

Pero volvamos a la belleza de la vida, esta vez representada por el impactante anuncio del embarazo de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo. Al margen de las bromas de escaso gusto brotadas en torno al evento, hay que reconocer que la joven alcaldesa se las ha apañado para hacer un mutis a lo grande de la alcaldía, tal y como ya estaban esperando, afirman, en Presidencia de la Generalitat desde hace algunas jornadas. "No, si ya sabíamos que se quería ir, pero mira...".

Parece improbable que Castedo renuncie a su escaño en Les Corts dada la pesada carga que arrastra su agenda judicial, pero salir limpiamente del Ayuntamiento de Alicante como lo ha hecho, logrando sorprender al respetable, es digno al menos de reconocimiento por su astucia. Y si no es por astucia, por su don de la oportunidad, no me digan. Lástima que la Administración municipal del municipio se encuentre intervenida y se haya convertido con los años en un nido de corrupción (siempre con excepciones, por supuesto). Pero nadie es perfecto.

Igual o mayor  impacto mediático están alcanzando los movimientos sísmicos presuntamente vinculados a la inyección de gas en el depósito marino -"una montaña sobre el lecho de mar", puntualizan fuentes de la empresa inyectora- situado frente a las cosas de Vinaroz, el llamado ‘proyecto Castor', propiedad en un 70 por ciento de ACS, la empresa presidida por Florentino Pérez.

Ni sí, ni no, sino todo lo contrario, de la información ofrecida hasta este momento nadie puede asegurar que los terremotos se deban a la operación de rellenado de Castor. Lo malo es que, del mismo modo, nadie tampoco puede decir lo contrario.

Es decir, que nadie sabe nada. O si alguien lo sabe, no lo quiere decir. Bonita papeleta después de más de 1.300 millones de inversión y una sucesión de seísmos/terremotos (alguno hasta de 4,3 en la famosa escala) que merecen algo más de atención que los habituales comentarios de barra de bar. ¿Las autoridades responsables? Mirando hacia Antequera.

Nada que ver con el duro castigo infligido por el Estado al resquebrajado orgullo financiero de la Comunidad destinando a la inversión en esta atribulada región una cantidad de los Presupuestos Generales del Estado aun inferior a la del año pasado (un 8,15% menos), a la que no dedica ningún nuevo proyecto ni caricia especial a pesar de la docilidad del Ejecutivo autonómico y del partido que lo respalda ante las severas tesis del Gobierno central.

De lo cual solo se puede deducir que lo que es bueno para el presidente no tiene porqué serlo necesariamente para el pueblo valenciano... y viceversa. Porque seguramente lo que el pueblo valenciano necesita ahora es a un líder político con los pies en el suelo -desde luego- pero sin que ello le impida mantener un cierto nivel de exigencia y carácter en defensa de los intereses generales de sus administrados.

Es obvio que el Gobierno no ha dejado quebrar a la Comunidad y la ha rescatado cuantas veces hayan hecho falta a lo largo de estos últimos años, que no han sido pocas, pero parece urgente que sin rebajar un ápice a los ciudadanos valencianos su propia responsabilidad en la crisis -lo cual está pagando dolorosamente en forma de desemplo, impuestos y falta de expectativas- es urgente, decíamos, reparar algunas injusticias en materia de financiación e inversión autonómica. ¡Y para eso no hay más remedio en ocasiones que dar un puñetazo sobre la mesa y montar un cirio! Vean la que han montado republicanos y demócratas en Estados Unidos por mantener cada uno a la suya sus presupuestos ideológicos...