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'EL CABECICUBO'

El Ben Hur de Antena 3: ni gay ni Gladiador, una Xena de tercera

ÁLVARO GONZÁLEZ. 31/08/2013 La cadena privada emite una miniserie de Steve Shill, director en The Wire, Roma o Dexter, sobre Ben Hur que ni iguala a la cinta de Hollywood ni sorprende.

MADRID. Ya conocen la historia: Herodes, antiguo aliado de Roma, hizo una matanza en su país, Roma envió tropas para proteger los derechos humanos y apareció una insurgencia, los cristianos, que decían que había que curar a los leprosos, que si repartir panes y peces, en definitiva, desafiaban las leyes del libre mercado y la más eficiente gestión privada de los hospitales, obviamente se lió y hasta hoy.

De ahí surgió Ben-Hur. Un relato cuya versión cinematográfica de William Wyler hemos visto tantas veces como años tenemos. Para quien esto escribe, ojalá sean muchos más. Ese cine de tumbarse cuatro horas en el sofá con el móvil apagado, que dan ganas de coger una bacinilla para no tener que levantarse a mear, nunca se pasa de moda aunque los críticos nostálgicos digan lo contrario. Ahí está, por ejemplo, la saga del Señor de los Anillos, que en su versión extendida puede aumentar de dos a tres kilos el peso de su pandero por cada visionado.

Además, Ben-Hur es un icono gay. No sólo en España, donde la pregunta "¿Te gustan las películas de romanos?" tiene su sobreentendido desde hace muchos años. En un país castigado por la homofobia como es Serbia, hay una película ‘Parade' (Srdjan Dragojevic, 2011) en la que las organizaciones gais contratan exparamilitares, criminales de guerra, para que les protejan el día del desfile del Orgullo. Uno de ellos, un chetnik que luchó en Vukovar, resulta que es un fan declarado de Ben-Hur por su canto a la amistad y la camaradería entre dos hombres. Pues bien, en toda la película los gais no paran de hacerle bromas con Messala hasta que se termina sintiéndose sucio al verla un día en televisión mientras todos se ríen de él.

El caso es que Antena 3 ha estrenado la TV Movie sobre Ben Hur de Steve Hill, el director de capítulos de Dexter, Los Tudor, Roma, Los Soprano, Deadwood, Carnivale y The Wire, nada menos. Con ese curriculum aunque le hubiese dado por hacer un remake de Farmacia de Guardia nos habríamos tirado al sofá a verlo armados de bacinillas, pero el resultado no puede ser más decepcionante.

Eso sí, en primer lugar, hay que subrayar que se trata de toda una experiencia sensorial. En la web de Antena 3 la han colgado on-demand con el audio para ciegos y no hay forma de quitarlo. Cuando los personajes no están hablando, un narrador cuenta lo que pasa. En plan, "se levanta, coge su lanza y se va corriendo". A ustedes les parecerá lo más natural y una tontería comentarlo. Y estoy de acuerdo, pero ¿alguna vez se han preguntado qué dice el narrador para invidentes en una escena de sexo? Ay amigo, ahora ya es más interesente la voz en off ¿no?

Pues que sepan que 'El Cabecicubo' ha descubierto que hay algún oscuro interés en mantener a los ciegos españoles sumergidos en los esquemas morales de los años 40. En una escena, Ben Hur se está acostando con Lucía Jiménez, que interpreta a Atenea. Uno de los fuertes de esta serie es que, como en Roma, no se cortan con las escenas sexuales y se ve algún pecho y algún culo. El plano nos muestra al actor tirándosela entre sudores, lo que para la narración para ciegos es: "Más tarde, en un lujosa habitación a media luz, Judá Ben Hur ama apasionantemente a Atenea". Conforme se acerca el zoom, Ben Hur le estruja las tetas a Lucía Jiménez con las dos manos. Y la voz dice: "lámparas de aceite cuelgan de las paredes y hachones de bronce con velas encendidas confieren intimidad a la estancia". A continuación, a no ser que le esté dando un derrame cerebral, la expresión de Ben Hur indica clara e inequívocamente que se está corriendo, lo que se le comunica al público invidente de la siguiente manera: "Judá está sobre Atenea y la mujer lo mira con intensidad" ¿Pero por qué tanta crueldad? En la segunda parte, tras otro polvo, Lucía se incorpora y se le ven también sus preciosos pechos en todo su esplendor. A su lado hay una ventana abierta y la voz para invidentes entonces describe así el cuadro general: "Jerusalén está bulliciosa a esa hora". Es como de coña.

Por lo demás, la miniserie está muy lejos de la película. Joseph Morgan tiene un culito respingón maravilloso -nos lo enseña duchándose- pero no transmite lo que Charlton Heston. Esta nueva versión, todo hay que decirlo, abandona el componente sentimental e idealista que tenía la de Hollywood. Ahora se trata de gladiadores, tipos duros, que comparten a la misma choni -Atenea- en un triángulo amoroso. Charlton Heston ofrecía un personaje hecho de otra pasta. Tenía ese encanto revolucionario del cristianismo primigenio, de aquellos suicidas que iban a pecho descubierto con la mirada bien alta, en plan Guardiola, porque sus valores y creencias eran superiores a los de los que despreciaban la vida humana. Heston lo clavó. Inspiraba, emocionaba, conmovía ¿y cómo se lo han agradecido? Diciendo que parecía gay. Así es el show-business.

La mini serie tampoco tiene un pulso narrativo muy allá. Y da rabia porque comparte los mismos decorados y vestuario que la Roma de HBO y no le llega ni a la suela. De modo que, aplastados en el sillón, que diría el Fary, sólo quedaban dos detalles por ver:

Una, la carrera de cuádrigas. La del Ben-Hur cinematográfico es difícil de olvidar. Llegó hasta a un videojuego, el ‘Coliseum' de Topo para CPC, que eso es como ser compositor tecno y que te cojan una canción para el telediario de las tres. Las cuchillas de la cuádriga de Messala, el circo, son escenas imborrables. Aquí no. La carrera se hace en un descampado y, encima, es el propio Ben Hur quien le pasa por encima a su amigo con el carro, que yace ensangrentado diciendo que es él quien ha ganado, preocupado por la victoria. Tal vez así sea más acorde a estos tiempos, hay que reconocerlo, donde importa más una pole de Alonso en Bahrein que la represión sangrienta que esté ocurriendo a pocos metros. 

Y dos, a Jesucristo. El hijo de Dios no es muy agraciado, creo que hasta le faltan dientes. Cuando lleva el madero y Ben Hur va a ayudarle se permite el lujo de repartir yoyah entre los romanos, que van y se apartan asustados. En el encuentro cara a cara, Cristo le dice la famosa frase de ‘perdónalos, que no saben lo que hacen', en referencia a las tropas imperiales que están defendiendo los derechos humanos crucificándole, y a Ben Hur se le enciende una luz y cambia su actitud con respecto a Messala. No desvelaremos el desenlace entre ambos, pero olvídense de ese glorioso "Busca a tu madre y a tu hermana en el valle de los leprosos, si es que las reconoces...".

En fin, que no era difícil reinterpretar el guión y convertirlo abiertamente en una epopeya gay o en una cinta de yoyah y superhéroes, o en un relato de superhéroes gays si se quiere. Incluso en una crítica a la situación de Oriente Medio, con un par. No olvidemos aquel diálogo de Ben Hur y Messala al principio de la película de Wyler, que se puede extrapolar a muchas situaciones contemporáneas y tiene mucha chicha:

"-Persuade a los tuyos de que resistirse a Roma es estúpido. Peor que estúpido... ¡Inútil! Sólo puede acabar de un modo. La extinción de tu gente.

- Estoy en contra de la violencia. Todo el mundo lo sabe. He predicado en contra de ella. Lo volveré a hacer.

- ¡Entonces estamos de acuerdo!" 

Pero ni una cosa ni otra. Ha salido un Hércules o una Xena de tercera división. Lástima. El curriculum de Steve Shill no se merecía esto.

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